La paradoja de nuestro tiempo en
historia es que tenemos edificios más altos pero genios más cortos, construimos
de todo, arreglamos algunas situaciones, pero nunca cuestionamos a los
arquitectos e ingenieros que diseñan, proyectan, instalan, facilitan, peritan
fenómeno u obra, porqué esa obsolescencia tan absurda y el desarrollismo
inmoral que fomenta monumentos al fracaso de la civilización, quien maquina el
motor para impulsar la entelequia computó su entorno carece de red que proteja
la información, autopistas sin peaje, más anchas, pero puntos de vista más
estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, compramos más pero gozamos de
menos.
Consumimos pues ideamos la forma como se acomoda precisamente el gusto
por lo banal e inútil. Nos formamos el juicio que deseo resuelto causa grato
descubrimiento trascendental. Tenemos casas más grandes y familias más pequeñas
más conveniencias, pero menos tiempo. Tenemos más grados pero menos sentido,
más conocimiento, pero menos juicio, más expertos, con todo más problemas, más
medicina, pero menos salud. Nos cuidamos menos, padecemos más, parece ecuación fácil de discernir y demostrar, sin embargo, aún cálculas cuando te pusiste a dieta la última vez, o cuando ejercitó más que su mente aquí entre letras, allá por gráfemas.
Bebemos demasiado, fumamos demasiado, lo pasamos
demasiado despiadadamente, reímos demasiado poco, conducimos demasiado rápido,
conseguimos rabiosos demasiado enojados,
permanecemos para arriba demasiado atrasados, movilizamos en ausencia bajo vago
progreso exiguo, nos levantamos demasiado cansados, nos acostamos ligeramente
excitados, leemos demasiado poco, escribimos aún menos, vemos el reloj y la TV demasiado, el tiempo nos
gana, perdemos en entretenimiento, y rogamos demasiado raramente.
Hemos
multiplicado nuestras posesiones, pero hemos reducido nuestros valores. Hemos
potenciado nuestras técnicas, mas hemos agotado nuestras virtudes. Hablamos
demasiado, escuchamos caprichosamente, amamos demasiado raramente, y odiamos
demasiado a menudo. Somos indiferentes con causa, nuestro efecto es deslealtad.
Competimos con ellos, con aquellos, contra los otros, para esos, oponiéndonos.
Colaboramos por ambición, sobre interés respecto suceso, ayudamos en algo, para
alguien, con quien.
Hemos aprendido como hacer una vida, pero no una vida
engendramos en enseñanza. Hemos agregado años a la vida, no vida a los años.
Hemos ido de todas las maneras a la luna y hemos vuelto, nos encantan las
tecnologías, no sacamos provecho a lección, innovamos en excusas para
apertrecharnos, seguimos acumulando aparatos e instrumentos. Herramientas
mecánica con sus consabidos efectos para propiciar industria, pero tenemos
apuro por cruzar de calle para vengar al nuevo vecino.
Conquistamos el espacio exterior pero el
espacio no interno. Tanto que hasta resulta abstracto conocer a ciencia cierta
si de acá somos o para allá vamos. Gustamos de los vehículos para operar
proceso, gesto de más agente implemento automático desenvolvimiento. Hemos
hecho cosas más colosales, pero no sustancias mejores. Por cualquier medio
disponemos de elementos convictos para efectuar tarea, llevamos a cabo nuestro
planes porque consideramos tenemos razón en ejecutar el programa, nadie más que
nosotros comanda, por supuesto el ejercicio es de la mayoría, el modelo lo
impongo desde mi posición.
Respeto que nadie entienda que hago inmerso en todo
esto, consigo que nadie se entrometa en mi gestión. Hemos limpiado encima del
aire, pero hemos contaminado el alma. Hemos conquistado el átomo, pero no
nuestro prejuicio. Escribimos más, pero aprendemos menos. Planeamos más, pero
logramos menos. Hemos aprendido acometer, pero no esperar. Construimos más
computadoras para llevar a cabo más información, para producir más copias que
siempre, pero nos comunicamos menos y menos. Éstas son los tiempos de alimentos
de preparación rápida y digestión lenta, hombres grandes y carácter pequeño,
beneficios escarpados y relaciones bajas.
Estos son los días de dos rentas pero
de más divorcio, casas más de lujo, pero hogares rotos. Éstos son días de
viajes rápidos, de pañales disponibles, de la moralidad desechable, de soportes
de una noche, de cuerpos gordos, y de las píldoras que hacen todo de la
aclamación, a la tranquilidad, para matar. Es una época en que hay mucho en la
ventana del salón de muestras y nada en el almacén. Una época cuando la
tecnología puede traer esta letra usted y a una época en que usted puede elegir
compartir esta penetración, o apenas golpear la cancelación.
Recuerde que pasar más tiempo con aquellos que ama, porque no van a estar alrededor por siempre. Recuerde, diga
una palabra buena a alguien que mira hacia usted con temor, contemple y complemente, halagar y ser seducido es tarea prioritaria para vultivar empatía existencial, porque esa pequeña
persona pronto crecerá para arriba y te dejará de lado. Recuerde, dar un abrazo
caliente a quien esta al lado de usted, porque ése es el único tesoro que
usted puede dar con su intelecto y no cuesta un centavo.
Recuerde, decir,
"te quiero" a su socio y “te amo” a él, pero sobretodo si lo representan.
Un beso y un abrazo repararán daños cuando viene del interior profundo de
usted. Recuerde agarrarse de las manos y acariciar un momento a esa persona, no
estará algún día allí otra vez. Dale tiempo de amar, dar hora de hablar, y de
dar hora de compartir los pensamientos preciosos en su mente.
La vida no es medida por el número de respiraciones
que tomamos, pero si los momentos que eliminan nuestra respiración.