Le introdujo las tijeras tal criminales cobardes,
él induciéndole una muerte, y sal que no entre,
lata de horas postrimeras, urna sé que cuece,
lápida le corresponde con oración que rece,
no engañe a éste ignorante que aquí yace,
lo que fallece jamás resucitaste, ni animal encarne,
sólo reinventaste la excusable falacia, y todo transformaste,
renovado el cuento de decesos, no fallece...
sino, en la tumba se revuelve, nada reverdece,
¡Ah! Si nace, al tiempo crece, y pronto perece,
envejecer es constante aunque no sabe...
ni maneje como se conduce su semejante,
sin embargo, sacaste algo, o un poco dejaste,
foco titilante, me gusta que piense, me agrada también...
una mente transparente, una idea iridiscente: aniquila, desvanece...
cerebros en sombra, celebré que ni envanece tampoco escarnece,
aunque intente, me apaciguaré con eso que a ésta alma relaje,
es calma que encaje legalmente con mis valores,
no letargo que embebe mi intelecto arrogante,
cuyo espíritu por defecto efectúe canje ingente;
y, a mi cuerpo, sé, después cambie cuanto antes.
Entonces, se incluye entre aberrantes delincuentes,
aquel ser que destruye, no crece, en sus semejantes,
a la barbarie deberían mandarles si merodean casas decentes,
aún cuando deudas condone, ella, la parca no le perdone,
por su incesante vida concupiscente, interesante le corte...
a retazos su vientre, para que no procree, ni se enlace,
con otros maleantes imperantes, que pasearon, apacentan y serán andantes,
arrógamelo adentro, dio a entender el gris siniestro errante,
no por ser beligerante; más que todo para parecerse,
al animal trepidante, o eso entre huesos sostiene,
la culpa se anote al imprudente, porque nunca aprende,
de su anterior derrota, y con la roca tropiece,
igualmente, al impertinente, en su procaz disparate,
quizá el impaciente por apresurarse en llegar tarde,
puede ser, al imperceptible que en contexto dejo de observarle,
generó de su parte el delito de principiante ignorante,
tal vez, no vale encontrarse de golpe con la caprichosa suerte,
se afortune el impotente cuando la fe trate de imponerse,
al buen juicio, la cordura y lo científico lógicamente,
para salir del retrete insano del obseso creyente,
se sacie en criticarle, mas, ni un instante como practicante pase.
La impericia sea infalible para el que ose contrariarle,
o que azar se enquiste porque siempre te equivocaste,
no es que objete utilizar un machete, no, mas, respete,
lo existente propósito tiene, tampoco se desarme,
frente eso que le argumente, pruebe lo que contrapone,
alegue punzante, posee ilegítimamente ésto, y, sujete,
la verdad por los dientes, ¿Qué diantres contiene si miente?
¿No es un absurdo contestarle? Vaya a ser que me procese,
como loco de remate, habrán de mirarle, y van a dejarle,
cuente, me númere tal cual bondad andante, persona excelente,
que de crimen no depende, ni su gañote resolle,
cuando de comunicarle la orden, el gaznate te ganaste,
para inclemente imponer lo que la Ley mande, no propone,
sirve también, el que oye, y cada letra acate, urgente...
salga al rescate de quien escuche lamentándose,
por los dioses a las divinas deidades omnipotentes.
¡Ax! Duele como huele ese azufre, y los ángeles son entes...
qué comprende, hambre sienten hasta los inconscientes,
aquel que observe la norma está cooperando con su sed,
saciarle habrá de ver, cuando abra sus sentidos al saber,
conserve eso que tu conoces, no hay chance al que dañe,
repare por imputable, y se sentencie ante jueces,
la causa no se sobresee, ni se archive el expediente,
echo la parte de éste espacio por fraude, y no se afrente,
debido a que soy capaz de hallar acción que ampare,
y ante institución garante en la jurisdicción competente,
mire lento con la lente que lo prohibido permite conocer,
así estará concordante con el derecho, di providence.
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